top of page

Escribir el villano que se cree bueno. Guía para escritores de novela sin miedo

  • Foto del escritor: Jimena Fer Libro
    Jimena Fer Libro
  • 12 jun
  • 11 Min. de lectura

Descubre cómo construir personajes masculinos que creen que se lo merecen todo: esos que exigen amor, atención y perdón sin saber que están dañando. Una guía literaria y profunda para novelistas que no quieren escribir lo de siempre. Hoy tratamos la masculinidad tóxica: cómo escribirla, con ejercicios de escritura y ejemplos literarios que te servirán de inspiración.


En la novela, no todos los villanos gritan ni pegan. Algunos piden cariño, comprensión y segundas oportunidades. Algunos son dulces, atentos y, sin embargo, devastan. Esta guía está pensada para ti, que escribes personajes complejos y quieres entender y narrar el poder silencioso del sentido de derecho masculino. Porque el ego más dañino no siempre es el más evidente.


¿Cómo escribir un personaje masculino que no es villano, pero tampoco inocente? ¿Cómo narrar a ese hombre que no grita, no golpea, no impone, pero arrasa con su sola manera de estar? Este artículo está pensado para quienes escriben novela y desean ir más allá de los arquetipos planos. Aquí exploramos personajes masculinos que, sin proponérselo, hacen daño. Hombres que creen merecer amor, perdón y comprensión, aunque no sepan ofrecerlos. Este recorrido teórico y narrativo no solo te ofrece claves para construir a ese personaje, también te invita a mirarlo con lucidez, belleza y crudeza.

Si estás escribiendo una novela donde el conflicto emocional es sutil, cotidiano y devastador, aquí encontrarás una guía que combina teoría narrativa, ejercicios de escritura, ejemplos literarios y una mirada poética sobre un tipo de personaje que cada vez reconocemos más en la ficción y en la vida.


Índice

  1. Cómo escribir un personaje villano que se cree bueno. Construcción psicológica y narrativa del ego que se cree inocente

  2. El conflicto en la novela: cuando el mundo deja de perdonarle. El punto de inflexión, cuando el personaje pierde el poder y no lo entiende

  3. El otro personaje como espejo: contraste y ruptura emocional. Cómo crear tensión narrativa entre quien exige y quien se despierta

  4. ¿Puede redimirse? El arco de transformación (o no). Claves para una evolución verosímil o una caída inevitable

  5. Epílogo. ¿Por qué escribir a este personaje hoy es un acto de lucidez?


    ree


    1. Cómo escribir un personaje villano que se cree bueno

    Construcción psicológica y narrativa del ego que se cree inocente


    Un personaje con sentido de merecerlo todo no necesita imponerse. Le basta con asumir que el mundo gira a su favor. Está tan acostumbrado a ocupar el centro, a que se le escuche, a que se le perdone, que cuando alguien no lo hace, no siente rechazo, siente traición.

    Por lo general hay dos personajes que acabarán enfrentándose porque nacen del conflicto. Uno puede haberse vendido muy bien: pulido, seguro, encantador. Pero era una actuación. El otro personaje es ligeramente más torpe, menos sofisticado, pero real, auténtico y completamente insustituible, lo cual será un factor decisivo en la curva evolutiva del villano.

    Este personaje no grita, pero arrasa. Y lo más inquietante es que muchas veces no lo sabe, ni tan siquiera lo sospecha y no creerá a quien se lo haga ver. Cree que amar, ser querido o valorado es que le atiendan de forma bastante constante. Cree que ceder es un favor. Cree que pedir perdón es humillarse. Su brújula emocional no apunta al otro, sino al centro de su propio mapa.

    Narrativamente, es un personaje poderoso porque no necesita justificarse. Su estructura mental es sólida, coherente, funcional. O mejor dicho: es un monolito. No duda, no titubea, no se interroga. Habita una lógica cerrada en sí misma que le encarcela sin darse ni cuenta. Al inicio de la novela, al menos, no tiene ni idea de lo que está sucediendo porque solo se mira a sí mismo, pero esto cambia hacia la mitad de la trama, necesita cambiar (aunque en la vida real no ocurra) porque todo tiene sus consecuencias narrativas. Pero no sabrá a qué se debe este ahogarse. Los demás personajes no son más que un decorado. Su forma de ver el mundo es tan unívoca que ni siquiera contempla la posibilidad de estar equivocado. Cree que su bondad es un hecho, que debe darse por cierto aunque en la práctica no se verifique más que en palabras. Está convencido de que su cariño basta para redimir cualquier error.

    La pregunta que hay que hacerse al escribirlo no es "¿cómo hace daño?" sino "¿por qué cree que no lo está haciendo?". Ahí está el núcleo de su complejidad, precisamente, en que su herida no sangra, pero deja cicatriz. Su violencia no se grita, pero marca. Su poder no se impone, pero se respira.

    La lección aquí es clara: no se puede replicar el alma. No se puede sustituir la química. Cuando alguien tiene los valores adecuados, el corazón en su sitio, eso es oro. Puede que no se venda, pero no le hace falta. Las cosas buenas no necesitan campaña de marketing. Las malas, sí.


A veces, el personaje más devastador es el que nunca se sintió culpable. Hay amores que no se notan hasta que asfixian. No hay mayor villano que quien se cree inocente. El ego que no se ve es el que más manda.

El lector se verá confrontado, tal vez lo reconozca. Tal vez lo haya amado. Tal vez él mismo es así y ahora se descubre para su estupor, siempre incrédulo al inicio. En esa grieta que se abre entre lo que parece y lo que es, nace la novela que no se olvida.



Ejercicios de escritura


Ejercicio 1

Escribe una escena donde tu personaje, en apariencia amable y generoso, reacciona con frustración o desconcierto al recibir un "no". La negativa puede ser mínima, pero debe revelar algo más profundo: su convicción de que lo que desea le pertenece.

Ejercicio 2

Redacta un diálogo entre este personaje y alguien que empieza a notar el desequilibrio. El otro se atreve a nombrar, aunque sea de forma un poco torpe, que hay algo injusto en la relación. Observa cómo responde el personaje: ¿desvía el tema, ridiculiza, manipula?


Lectura recomendada

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez. Este libro muestra, a través de relatos intensos y viscerales, cómo lo cotidiano puede convertirse en violencia latente. Uno de sus cuentos más conocidos, que da título al libro, ilustra cómo las estructuras sociales permiten y perpetúan ciertas formas de poder masculino que dañan sin ser detectadas. Ideal para explorar atmósferas narrativas cargadas de tensión emocional y crítica social. Uno de sus cuentos más conocidos, que da título al libro, ilustra cómo las estructuras sociales permiten y perpetúan ciertas formas de poder masculino que dañan sin ser detectadas. Ideal para explorar atmósferas narrativas cargadas de tensión emocional y crítica social.


2. Conflicto narrativo: cuando el mundo deja de perdonarle

El punto de inflexión, cuando el personaje pierde el poder y no lo entiende


Todo personaje sostenido por la bondad o la indulgencia de los demás alcanzará, tarde o temprano, una situación que le resultará incomprensible: el filo del silencio. Es el momento en que ya nadie se le explica, ya no se le excusa, ya no se le rescata. Cuanto lo sostenía se deshace sin ruido, simplemente, un día nadie responde a su mensaje. Y no lo entenderá. No tiene ni idea de qué ha hecho porque su error fue invisible para él.

Aquí empieza el verdadero conflicto. Y no es entre él y los otros, sino entre él y su propia imagen. “¿Por qué me dejan fuera, si yo no he hecho nada?”, se dirá. Tal cual, es cierto, precisamente no ha hecho nada. Ese es el problema. Porque hacer nada también es una elección y también es una forma de herir.

Este tipo de personaje no sabe leer el vacío. Está entrenado para vivir en la presencia constante y leal de otros porque siempre hay alguien que lo escucha, que lo espera, que lo perdona. Cuando eso desaparece, no sufre a causa de que otras personas le han abandonado solamente sino porque ya no es el centro de atención. Es entonces cuando le golpea el abandono. Y en su desconcierto, al fin muestra su verdad: no quería amor, necesitaba atención.


El daño más hondo no siempre se hace con actos, sino con ausencias. Quien siempre fue escuchado, cree que el silencio es una ofensa. No entender por qué le han dejado es señal de que nunca ha visto lo que sostenía el lazo de amistad y de amor. No hizo nada. Y eso fue lo más cruel.

El lector se sentirá inquieto porque es muy posible que recuerde una conversación que no supo cómo terminar. Tal vez comprenda, de pronto, que su silencio también fue herida. O tal vez descubra que su personaje favorito está construido sobre ese mismo agujero vacío de impunidad emocional. Entonces la novela se convierte en un espejo incómodo. Como autor empezarás a cambiar vidas en este preciso instante.


Ejercicios de escritura

Ejercicio 1

Escribe una escena en la que el personaje descubre que ha sido excluido de algo. Muestra cómo interpreta esa exclusión: ¿cree que los demás se equivocan, piensa que es injusto, siente culpa o rabia?

Ejercicio 2

Haz una lista con sus posibles reacciones. Luego elige una contraria a lo esperado: si suele mostrarse fuerte, déjalo derrumbarse. Si es elocuente, que no sepa qué decir.


Lectura recomendada

El vano ayer, de Isaac Rosa. Esta novela retrata con precisión cómo los mecanismos de poder pueden sostenerse en la negación del conflicto. Su protagonista, atrapado en una sociedad que silencia y se repite, ofrece una valiosa referencia para narrar personajes que no entienden por qué ya no se les perdona, porque nunca fueron conscientes de haber hecho daño.



3. El espejo con el otro personaje: contrastes que iluminan

Cómo crear tensión narrativa entre quien exige y quien se da cuenta y toma conciencia de lo que está pasando


Ningún personaje se construye solo. En el caso que nos ocupa, este personaje con sentido de merecerlo todo se revela mejor cuando alguien le sirve de espejo. Es decir: cuando se encuentra con alguien que ha dado demasiado, que ha callado demasiado y que al final empieza a despertar. El desequilibrio se vuelve evidente cuando el intercambio ya no existe porque todo se ha desarrollado en una única dirección hacia ese personaje que se ha beneficiado demasiado. No hay conflicto sin contraste y aquí es donde ese contraste se vuelve dolorosamente claro.

¿Qué ha sucedido? Uno pide sin darse cuenta, el otro se agota sin saber por qué. Hasta que un día algo cambia y ya no se grita, ya no reclama. Solo se aparta. Y en ese gesto silencioso, todo se tambalea. La verdadera ruptura no es la que hace ruido, sino la que deja un hueco donde antes había entrega. Y ahí es donde se vuelve importante todo cuanto sucede porque la dinámica no es recíproca. La energía no iba en ambos sentidos, el flujo ha sido unidireccional. Y eso crea desequilibrio.

El villano ha subestimado a la persona equivocada, de partida había elegido el brillo en lugar de la sustancia. Y ahora, nada encaja. A partir de este momento, en el final de la trama y después del punto de giro 2, cuando ya todo se ha resuelto y acabado definitivamente, le perseguirá la ausencia de quien sí importaba. Hay arrepentimiento y quizá también una esperanza de reparación. Pero lo que sucede es mucho más profundo porque no se repara una traición con estrategia. No se recupera a alguien con apariencias. Hay que ponerse real, admitir el problema, decir la verdad, nombrar la raíz del daño. Solo así puede empezar a sanar la confianza. Aunque, en realidad, todo ha concluido. Pero la esperanza es el último acto de entrega realmente generoso.

El personaje dominante no sufre por amor. Sufre porque ha perdido el control. Y entonces reacciona. Pero, ojo, no para entender, sino para recuperar su lugar. Y aquí empieza a operar la vida porque es demasiado tarde, el otro ya no quiere seguir siendo escenario de su monólogo.


El amor no se rompe de golpe, se desgasta en la repetición del olvido. A veces, decir “basta” no suena fuerte. Suena a silencio. El poder se tambalea cuando el otro ya no espera nada. El espejo más honesto es el que ya no refleja lo que fuiste.

El lector se sentirá dividido: puede que simpatice o empatice con quien se va o con quien no entiende por qué se han ido. Sabemos que eso es lo de menos, lo que realmente importa es la capacidad de identificación del lector. Cada lector puede haber tenido una experiencia cercana a lo que se esté narrando, sabe lo que es dar sin recibir, pero también lo que es no saber escuchar. Esa ambivalencia es lo que hace inolvidable la relación entre estos dos personajes.


Ejercicios de escritura

Ejercicio 1

Escribe una escena desde el punto de vista del personaje que da. Haz que empiece a notar el desequilibrio a través de pequeños detalles.

Ejercicio 2

Escribe una escena en la que el personaje villano percibe que su espejo está cambiando. Haz que intente recuperarlo como quien intenta retener un reflejo que ya no está.


Lectura recomendada

La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero. En este ensayo íntimo y brillante, la autora entrelaza la vida de Marie Curie con la suya propia, y reflexiona sobre el duelo, la memoria y la figura femenina frente a los relatos oficiales. Un texto poderoso para entender cómo un personaje puede empezar a reconstruirse cuando deja de ceder al otro todo el espacio emocional.


4. El arco de redención (si es que llega)

Claves para una evolución dramática verosímil o una caída inevitable


La redención no es pedir perdón. Es comprender que no bastaba con no tener mala intención, aceptar que el daño existe aunque no lo haya planeado, dejar de mirarse el ombligo y empezar a mirar al otro para asumir que el mundo no está para servirnos y que cada acto tiene eco en quien lo recibe. Como escritor necesitas planificar en la trama el momento del arco evolutivo de este personaje en el que está completamente solo frente a sí mismo. Y aquí va algo crucial: nunca se justifica una traición. A ningún personaje. Y esto es así porque la traición no nace del amor, nace del miedo, del ego, de la inestabilidad. Y si el villano ha traicionado (suele hacerlo antes o después) y luego se mostró frío, estratégico, distante, eso no era amor, ni amistad ni hermandad. Tiene otro calificativo. Lo que se pide es responsabilidad, no solo por lo que el villano ha hecho, sino por por qué lo ha hecho. La mejor opción sería dejar de defender lo que no tiene defensa. Pero ya sabemos lo que hará el villano, ¿verdad?

Un personaje que se cree merecedor de todo solo puede redimirse si renuncia a ser el centro. Y eso implica pérdida de estatus, de voz, de poder. Tiene que deshacerse de la historia que se contó sobre sí mismo. Solo entonces puede empezar otra. Pero la fragilidad humana se impondrá porque no todos los personajes quieren atravesar esa pérdida, es muy posible que muchos prefieran seguir creyendo que son los buenos. ese camino solo puede conducir a la locura cotidiana.

Y si no cambia, también está bien. La literatura no está para redimir a nadie. Está para mostrar lo que ocurre cuando no se quiere cambiar. Porque también hay verdad en lo que no se transforma. Y también hay belleza en narrar la caída sin consuelo. En la vida es otro cantar.


El perdón no redime si no viene con conciencia. Quien se cree el héroe, rara vez soporta mirarse como antagonista. Cambiar no es salvarse: es aceptar que se hizo daño. Algunos personajes no evolucionan y eso también es historia, entonces evolucionan todos los demás personajes menos éste.

El lector se sentirá sacudido no por el castigo, sino por la pregunta de si ese personaje podría haber sido otro. Quizá se pregunte también por sus propios finales, los que soñó, los que vivió, los que no quiso mirar demasiado de cerca. La redención no siempre es un destino; a veces es una renuncia que no llega.


Ejercicios de escritura

Ejercicio 1

Escribe una escena donde el personaje empieza a cambiar no porque alguien le dé otra oportunidad, sino porque se da cuenta de que ha tocado fondo. ¿Qué significa ese fondo?

Ejercicio 2

Haz que el villano realice un acto de reparación que no le beneficie. Uno que no puede anunciar ni usar como excusa. Algo que haga porque, por fin, comprende lo que causó.


Lectura recomendada

Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez. A través de cuatro relatos, esta obra ofrece una mirada lúcida y desgarradora sobre quienes han perdido la voz, la fuerza o el lugar. En uno de ellos, un personaje masculino confronta la consecuencia de sus actos sin heroísmo, mostrando que la redención en literatura puede ser dolorosa, mínima, y aún así profundamente humana.


Epílogo

¿Por qué escribir este personaje hoy es un acto de lucidez?


Este personaje no es nuevo. Lleva siglos en la literatura, en la historia, en nuestras casas. Lo nuevo es que ahora lo vemos. Como novelista tienes la posibilidad de narrarlo sin miedo para mostrarlo en su complejidad, desentrañar cómo el poder no siempre grita, cómo la violencia a veces sonríe.

Escribir personajes masculinos con este tipo de prerrogativas es también una forma de hacer visible lo invisible. Sin lugar a dudas es una manera de nombrar la desigualdad emocional sin caer en lugares comunes. Es tu manera de denunciar y mostrar cómo alguien puede arrasar sin levantar la voz. Y cómo, en esa forma de existir, se esconden muchas de las heridas contemporáneas.

Esta guía ha querido ser literaria y profunda, pero también práctica. Porque creo que escribir bien este personaje no es solo un reto narrativo, es una oportunidad ética y estética. Que tu novela sea su espejo. Y también el nuestro.



¿Ya estás suscrito al Boletín de escritura? Puedes hacerlo


 
 
 
bottom of page