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Despertar el derecho a escribir: cómo crear un espacio seguro para ser escritor

  • Foto del escritor: Jimena Fer Libro
    Jimena Fer Libro
  • 27 jul
  • 16 Min. de lectura


¿Qué significa sentirse a salvo al escribir? Sentirse en un lugar seguro al escribir es clave para desarrollar el oficio de escritor. Significa crear un espacio interno sin juicio ni exigencia, donde el proceso de escritura pueda sostenerse con libertad, humanidad y continuidad. Solo así es posible afirmar tu derecho a ser escritor y avanzar con autenticidad.

No tienes que demostrar que eres escritor, solo necesitas un lugar donde puedas serlo sin miedo. Tu proceso vale. Tu voz merece escribirse.


Índice

  1. Reconocerse escritor: iniciar el proceso de escritura desde el derecho a escribir

    El primer paso del oficio de escritor es afirmar que tienes derecho a crear y a ser leído.

  2. Escribir desde un lugar seguro: qué significa sentirse a salvo

    ¿Por qué no puedes crear si todo tu sistema está a la defensiva?

  3. El miedo que no se ve: cómo identificar las alarmas del cuerpo y de la mente

    El proceso de escritura como camino de escucha profunda.

  4. Validar lo que sientes al escribir: no eres débil, eres humano

    La importancia de reconocer tus emociones sin juzgarlas.

  5. Normalizar tu proceso: no estás roto, estás vivo

    ¿En qué forma lo que te pasa tiene sentido en tu historia como escritor?

  6. Oficio y proceso: crear una práctica literaria sin castigo ni exigencia

    ¿Qué implica escribir desde la continuidad, no desde la autoexigencia.

  7. Conclusión: volver a escribir como quien regresa a casa

    La escritura no como un deber, sino como un lugar al que perteneces.


    Despertar el derecho a escribir: cómo crear un espacio seguro para ser escritor


Muchos sueñan con escribir, pero pocos se atreven a declararse escritores y a asumir con plenitud el oficio de escritor dentro de su propio proceso de escritura. No por falta de deseo, sino por miedo a no estar a la altura, a no tener derecho, a no ser suficiente

. En este artículo no hablaremos de técnicas narrativas ni de fórmulas para publicar. Hablaremos de algo anterior y esencial: el lugar desde el que se escribe. No se puede avanzar en el proceso de escritura si el cuerpo está en tensión, si la mente se defiende o si el corazón no se siente autorizado. Escribir requiere, antes que nada, un espacio seguro y que es a la vez interno, emocional y simbólico. Un entorno narrativo donde puedas ejercer tu derecho a ser escritor sin justificarte y desarrollar tu oficio de escritor con libertad y continuidad. Vamos a recorrer juntos ese camino, justamente el que empieza cuando afirmas "soy escritor" o "soy escritora" con conciencia plena. Ser escritor no es llegar a ninguna parte. Es sostener una práctica, asumir un oficio y construir un proceso de escritura continuo, legítimo y propio.


1. Reconocerse escritor: iniciar el proceso de escritura desde el derecho a escribir

El primer paso en el proceso de escritura no es aprender a construir escenas, ni pulir el estilo, ni siquiera definir la trama. El primer paso, aunque parezca invisible, es reconocer que tienes derecho a escribir. A menudo, quienes desean convertirse en escritores cargan con dudas que no son técnicas, sino existenciales: “¿Puedo decir que soy escritor?”, “¿Quién me valida si aún no he publicado?”, “¿Estoy legitimado para crear?”. La respuesta es sí. Ser escritor no es una credencial que se concede desde fuera. Es una afirmación que se construye desde dentro.

Asumir el oficio de escritor comienza por declarar tu derecho a escribir, sin condiciones. Y ese gesto, aunque parezca pequeño, cambia todo. Porque cuando te das permiso para escribir desde tu historia, tus palabras y tu deseo, tu voz se asienta. No necesitas justificarte, compararte ni forzarte. Solo necesitas empezar a habitar tu oficio con conciencia, paso a paso. Eso es oficio. Desde ese lugar, el proceso de escritura deja de ser una meta inalcanzable y se convierte en un camino posible.


  • Tienes derecho a escribir, aunque nadie te haya dado permiso.

  • Ser escritor no es una meta: es una decisión íntima y legítima.

  • El proceso de escritura empieza por reconocerte como autor de tu propia historia.

  • El oficio de escritor se afirma escribiendo, no esperando validación externa.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Es más que una novela, es un viaje narrativo sobre la identidad, la ficción y la necesidad, a veces desesperada, de ser alguien a través del relato. Cercas investiga el caso de un hombre que mintió sobre su pasado, pero en el fondo lo que explora es el deseo humano de construir una historia que nos salve.

Ideal para reflexionar sobre qué nos impulsa a escribir y qué ocurre cuando la escritura nos confronta con lo que somos.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

imagina que has decidido declararte escritor por primera vez. No a otros, sino a ti mismo. Nadie te observa. Estás solo. ¿Qué cambia dentro de ti cuando dices “soy escritor”?


Cómo hacerlo paso a paso:

  1. Escribe una escena en la que tu protagonista, alter ego o no, toma la decisión de asumir su oficio como escritor.

  2. Muestra dónde está, qué le pasa por el cuerpo, qué frases se repite y qué miedos o resistencias aparecen.

  3. Deja que esa escena se escriba sin juicio, solo con atención y verdad.

  4. Luego, añade un pequeño gesto simbólico, algo que ese personaje hace para honrar su decisión. ¿Guarda una libreta, tal vez se la compra, una muy especial? ¿Se sirve un té, abre una ventana?


Reconocerse como escritor es el primer paso real del proceso de escritura. No se trata de publicar ni de ser validado desde fuera, sino de habitar el oficio de escritor desde el interior, con sus dudas, su deseo y su derecho profundo a narrar. Para escribir una novela, lo primero no es la historia, sino la identidad y que te lo digas, simplemente: yo soy quien escribe.



2. Escribir desde un lugar seguro: qué significa sentirse a salvo

No basta con tener tiempo o talento. Para escribir de verdad, necesitas sentirte a salvo. No te hablo solo de seguridad física o material, aunque también importa, sino de un espacio interno donde no haya juicio, miedo ni alerta constante. El proceso de escritura florece cuando tu sistema nervioso no está en modo defensa. Cuando puedes bajar los hombros, respirar hondo y confiar en que lo que surja tendrá un lugar.

Muchas personas dejan de escribir no por falta de ideas, sino porque su cuerpo se resiste porque cada palabra escrita se vive como un riesgo, porque temen la exposición, el error o el rechazo. Escribir desde un lugar seguro significa permitirte estar presente sin exigencia, sin tener que demostrar nada y con una entrega total a tu historia y al proceso de escritura que conlleva. Eso implicaría escribir para decirte la verdad a ti mismo, no para ganar aplauso o validación.

El oficio de escritor también consiste en construir ese refugio y una práctica que no se base en la autoexigencia, sino en el cuidado. Puedes crear un espacio donde tus ideas puedan respirar, donde tu historia no tenga que justificarse y donde tú, como autor, puedas desplegarte sin disfraz ni armadura.



  • Escribir no es exponerte al peligro: es volver a tu centro.

  • El proceso de escritura necesita un espacio emocionalmente seguro.

  • El oficio de escritor se sostiene mejor cuando no se alimenta del miedo.

  • No puedes escribir si todo tu cuerpo está en alerta.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Esta novela da voz a un personaje aparentemente insignificante, uno de esos que suelen quedar al margen del relato. Su narrador, cargado de torpeza, obsesiones y emociones contradictorias, se permite contar su historia con una sinceridad brutal. Landero le ofrece un lugar sin juicio, una forma de narrar sin protegerlo del ridículo ni del dolor. Esa libertad narrativa solo es posible desde una mirada segura, que no teme al exceso ni a la fragilidad. Una historia ridícula nos recuerda que la escritura más poderosa nace cuando un autor se atreve a dejar de protegerse.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

piensa en una escena que hayas querido escribir pero nunca te has atrevido. ¿Qué la ha bloqueado? ¿Qué parte de ti siente que no es seguro escribirla?

Cómo hacerlo paso a paso

  1. Elige una escena que contenga una emoción difícil o una verdad que has evitado.

  2. Escríbela como si nadie más fuera a leerla jamás. Solo para ti.

  3. Presta atención a lo que ocurre en tu cuerpo mientras escribes. ¿Se acelera tu pulso? ¿Aparece una voz crítica?

  4. Luego, reescribe la misma escena en tercera persona. Mira esa emoción con más distancia.

  5. Cierra con un gesto que te devuelva a tu espacio seguro: apagar una vela, cerrar la libreta, respirar tres veces.


El proceso de escritura necesita un espacio seguro, emocional y simbólico. Si quieres sostener tu oficio de escritor, empieza por crear un entorno donde puedas escribir sin miedo, sin juicio y sin exigencias que paralicen tu voz. Escribir desde un lugar seguro es un acto de cuidado y una práctica narrativa profunda.


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3. El miedo que no se ve: cómo identificar las alarmas del cuerpo y de la mente

Hay un miedo que no se nota al principio. No grita, no sabotea directamente. Solo se disfraza de cansancio, de bloqueo, de falta de ganas. Es un miedo silencioso, alojado en el cuerpo y en la mente, que te impide escribir aunque digas que sí quieres. A veces viene de experiencias pasadas, de críticas internas, de mandatos familiares o de una voz aprendida que te dice que escribir no es para ti. Identificar estas alarmas es esencial si quieres avanzar en tu proceso de escritura y habitar el oficio de escritor con plenitud.

Si tu cuerpo está en alerta, no puedes crear. Si tu mente se llena de ruido, no puedes oír tu propia voz. Si cada vez que te sientas a escribir se activa una incomodidad, un rechazo sutil o una inquietud sin forma, es posible que estés viviendo el proceso desde un sistema que aún no se siente seguro. Aprender a detectar esas señales no es debilidad, todo lo contrario, es conciencia narrativa.

El oficio de escritor no se basa solo en inspiración o constancia. También se basa en escucha. Hay tres tipos de escucha: corporal, emocional y mental. Y cuanto más fina es esa escucha, más libre te vuelves al escribir.



  • El bloqueo a veces es miedo que no se nombra.

  • Escuchar tu cuerpo es parte del oficio de escritor.

  • El proceso de escritura comienza en la conciencia, no en la exigencia.

  • Lo que callas puede estar escribiéndose dentro de ti sin que lo sepas.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Estamos frente a una novela breve y simbólica sobre la huida del ruido y el encuentro con uno mismo en un lugar remoto. Su protagonista deja atrás una vida ruidosa para encontrar silencio, y ese silencio se convierte en la clave de su reconstrucción. Ideal para quienes necesitan volver a oír su voz narrativa y distinguirla de los miedos prestados.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

¿dónde notas el miedo cuando vas a escribir? ¿Qué partes de tu cuerpo o de tu mente se activan o se bloquean?

Cómo hacerlo paso a paso

  1. Antes de escribir, siéntate en silencio durante tres minutos. Escucha tu cuerpo.

  2. Anota cualquier sensación física o emocional que aparezca (tensión, calor, vacío, incomodidad).

  3. Luego escribe una escena en la que un personaje tiene miedo sin saber por qué. No lo nombres: muéstralo con gestos, omisiones, respiraciones.

  4. Al terminar, subraya las frases donde el miedo aparece aunque no se diga.

  5. Escribe una última línea desde el cuerpo: “Hoy, el miedo se pareció a…”


El oficio de escritor implica también detectar las señales internas que bloquean la creatividad. Escuchar el cuerpo y reconocer el miedo como parte del proceso de escritura permite avanzar con mayor libertad narrativa. No es debilidad: es conciencia profunda del camino que recorres al escribir. Reconocerse escritor es el primer paso del proceso de escritura. Si alguna vez has sentido que no tienes derecho a escribir, este es tu recordatorio: el oficio de escritor comienza cuando tú decides habitarlo. No necesitas permiso, solo presencia, palabras y práctica.


4. Validar lo que sientes al escribir: no eres débil, eres humano

El proceso de escritura no es lineal, constante ni siempre placentero. A veces te sientes inspirado, otras vacío. Algunos días todo fluye; otros, cada frase es una batalla. Y sin embargo, muchas personas creen que si sienten inseguridad, tristeza o miedo mientras escriben, es que no valen. Que un “verdadero escritor” debería ser inmune al desánimo. Pero no es así.

Escribir remueve; toca fibras íntimas; despierta recuerdos, preguntas, contradicciones. Es natural que eso provoque emociones intensas. Validarlas no significa regodearse en el malestar, sino reconocer que forman parte del viaje. El oficio de escritor no exige inmunidad emocional, exige conciencia. Y la conciencia comienza aceptando que sentir no es fracasar, sino estar vivo.

Cuando aprendes a validar lo que sientes mientras escribes, tu proceso se humaniza. Ya no peleas contigo, no ocultas tus altibajos, no finges una constancia robótica. Te acompañas. Y ese acompañamiento íntimo, compasivo y lúcido, fortalece tu voz narrativa mucho más que cualquier técnica.



  • Sentir no es un error: es parte del oficio de escritor.

  • El proceso de escritura despierta emociones porque es profundamente humano.

  • No estás roto si lloras, dudas o te cansas escribiendo.

  • Validar lo que sientes es una forma de cuidar tu voz narrativa.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Este es un libro íntimo y honesto donde la autora narra su vínculo con Madrid, los espacios que la transformaron y la memoria emocional de la ciudad. La escritura está atravesada por la emoción, el humor, la vulnerabilidad y la mirada cálida sobre lo cotidiano. Elvira Lindo te invita a escribir desde lo que se siente, sin solemnidad ni máscaras.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

recuerda una vez en que una emoción fuerte como una pena, una vergüenza, la alegría, o el miedo te impidió o dificultó escribir. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo lo viviste?

Cómo hacerlo paso a paso:

  1. Escribe en segunda persona: habla a tu “yo escritor” como si fuera alguien a quien quieres cuidar.

  2. Describe esa emoción con palabras sensoriales (texturas, colores, ritmos).

  3. Luego, permite que esa emoción hable: dale voz. ¿Qué te diría si pudiera expresarse?

  4. Escribe un diálogo entre tú y esa emoción. Sin censura.

  5. Cierra con una frase que te reconcilie contigo mismo como escritor. Una especie de mantra.


Validar lo que sientes mientras escribes no es debilidad, es parte esencial del proceso de escritura. El oficio de escritor requiere presencia emocional, conciencia y compasión. Reconocer tus emociones como legítimas te permite crear desde un lugar más humano, más libre y más verdadero.



5. Normalizar tu proceso: no estás roto, estás vivo

Hay días en los que escribir te parece fácil y otros en los que todo se te atraganta. Hay épocas fértiles, otras de espera, de duda, de repliegue. Pero no todos los escritores se permiten transitar esas variaciones como parte natural del proceso de escritura. Muchos creen que si no producen a diario, si no tienen resultados tangibles, entonces están fallando. Y no es así.

Estás vivo. Y escribir, como vivir, tiene ciclos. El oficio de escritor no consiste en vencerte cada día, sino en aprender a acompañarte. En saber que tu ritmo no es igual al de otros, que tu energía creativa tiene estaciones, que tu novela puede necesitar pausas para madurar desde dentro. Lo que llamas bloqueo a veces es incubación. Lo que juzgas como lentitud puede ser escucha.

Normalizar tu proceso significa salir de la lógica productivista. No para dejar de escribir, sino para escribir desde un lugar más conectado, más sostenible, más honesto. Porque no estás roto: estás atravesando el camino real de quien escribe de verdad.



  • Tu proceso de escritura es válido aunque no se parezca al de nadie más.

  • Estás vivo, no estropeado: tu ritmo tiene sentido.

  • El oficio de escritor incluye pausas, dudas y silencios.

  • Lo que parece estancamiento a veces es maduración narrativa.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Esta es una novela sobre el silencio, la memoria y lo no dicho, narrada con una voz íntima que explora la relación entre lo privado y lo político, lo individual y lo colectivo. Es una invitación a escribir desde lo personal, sin estridencias, en un espacio narrativo íntimo donde la palabra no está forzada, sino sostenida por la escucha. Ideal para conectar con la sensación de refugio en la escritura. Ofrece una estructura fragmentaria y pausada mientras el texto muestra cómo escribir es a veces un volver, un detenerse, un escuchar antes de avanzar. Perfecta para quienes necesitan comprender que todo proceso creativo tiene sus formas propias.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

recuerda una etapa en la que no escribiste nada, o muy poco. ¿Qué te decías entonces? ¿Cómo juzgabas ese momento?

Cómo hacerlo paso a paso:

  1. Escribe una carta desde tu “yo escritor” de hoy hacia aquel que vivía la pausa o el bloqueo.

  2. Cuéntale lo que ahora entiendes de ese tiempo.

  3. Valida sus emociones, sin reproches.

  4. Luego, crea una breve escena en la que un personaje atraviesa un invierno creativo.

  5. Deja abierta la escena, sin resolución. Solo muestra que está vivo.



Aceptar los ciclos, pausas y variaciones del proceso de escritura es clave para sostener el oficio de escritor con plenitud. No hay un único ritmo válido: cada escritor transita su camino. Escribir también es aceptar que estás vivo, y que tu proceso tiene sentido aunque no siempre lo entiendas al momento.


Claves de autor: el curso




6. Oficio y proceso: crear una práctica literaria sin castigo ni exigencia

Hay una imagen muy extendida y profundamente dañina del escritor como mártir: se queja, es alguien que sufre por cada página, que se fustiga por no escribir más, que vive con culpa si no produce. Una figura romántica, sí, pero insostenible. Bastante insoportable. Todo eso te resta fuerza a tu creatividad. Verás, la creatividad es transformadora y no se sostiene sobre la queja ni la negación; cuando lo hace, es un camino directo a todo lo relacionado con los bloqueos de una forma u otra. El verdadero oficio de escritor no se construye sobre la culpa, sino sobre la continuidad. Y nadie puede sostener una práctica literaria viva si se obliga cada día a castigar lo que no alcanza.

Escribir no es una penitencia. Es una forma de habitar el mundo. Una práctica diaria o intermitente, caótica o metódica, luminosa o áspera, ¡pero elegida! Cuando logras salir del paradigma de la exigencia de “tengo que escribir más”, “no estoy a la altura”, “debería ser más constante” y te colocas en el lugar del proceso, entonces aparece la escritura como algo que te acompaña, no que te acosa.

El oficio no es el látigo, es tan solo el cuaderno; el banco de parque donde observas; la libreta que llevas por si acaso. El momento mínimo que te reservas para pensar en una frase. Como en la novela de Nesquens que te sugiero más adelante, a veces lo literario sucede en la aparente insignificancia, en los rituales pequeños, en los vínculos que sostienen sin hacer ruido, en la mirada que se posa sin juicio.

Y sí, también como en la historia de Lorenzo, hay una decisión firme de aislarse del ruido exterior y escribir desde una honestidad incómoda, sin pactos con la exigencia social. Ahí, en ese intermedio entre lo pequeño y lo verdadero, puede construirse una práctica literaria que te sostenga sin romperte.



  • El oficio de escritor no se impone: se construye desde la escucha.

  • No necesitas castigarte para escribir mejor.

  • La práctica literaria es una relación, no una exigencia.

  • Sostener el proceso de escritura es más importante que producir sin pausa.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Sí, es un libro infantil para lectores entre 8 y 12 años. Es una historia contada desde la cercanía, el humor y la atención a lo cotidiano. El protagonista, un niño que observa con ternura y desconcierto a su vecino, nos recuerda que la literatura no siempre necesita grandes giros, sino una mirada genuina sobre lo que nos rodea. Ideal para comprender cómo una práctica sostenida puede surgir desde lo mínimo, sin dramatismo ni autoexigencia. Ideal para leerlo con la excusa de que se lo quieres regalar a lectores muy jóvenes.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

piensa en una semana cualquiera en la que hayas escrito poco o nada. En lugar de juzgarte, observa: ¿qué hiciste en su lugar, dónde estaba tu energía?

Cómo hacerlo paso a paso:

  1. Haz una lista breve de tus pequeños gestos cotidianos de esa semana.

  2. Elige uno que parezca irrelevante (regar una planta, hablar con un vecino, mirar por la ventana).

  3. Escribe una escena en la que ese gesto sea el punto de partida de una narración.

  4. No te preocupes por la trama. Observa qué aparece si escribes desde la lentitud.

  5. Luego, escribe una breve nota a ti mismo como escritor: “Hoy sostengo mi oficio así”.


El proceso de escritura no se fortalece desde la culpa ni la autoexigencia, sino desde una práctica sostenida, humilde y consciente. El oficio de escritor se construye en los pequeños gestos diarios que permiten mirar, nombrar y escribir desde un lugar propio. La clave está en sostener, no en forzar.


7. Conclusión: volver a escribir como quien regresa a casa

Al final del día o del año, o del libro, lo importante no es cuánto has escrito, ni cuántas páginas has tachado, ni cuántas veces dudaste. Lo importante es si sigues queriendo volver. Si sientes que la escritura no es un deber, sino un lugar, no una obligación, sino una casa.

Eso es lo que buscamos todos los que escribimos: un sitio donde podamos ser. Es un espacio donde no tenemos que demostrar nada, ni justificarnos, ni rendir cuentas. Se trata de un espacio donde la mente y el cuerpo puedan bajar la guardia, donde podamos usar la palabra con verdad, sin temor a no gustar, sin fingir nada. Y cuando ese espacio aparece entonces el oficio de escritor deja de ser lucha y se convierte en pertenencia.

Volver a escribir, una y otra vez, es recordarte que eres tú quien decide, que nadie puede quitarte tu derecho a escribir si tú no lo entregas, que aunque el mundo te exija resultados, tú puedes elegir el proceso, que aunque el ruido te distraiga, siempre puedes hacer silencio y volver. A ti, a la página, a tu voz.


  • Escribir no es un deber: es un lugar al que perteneces.

  • El proceso de escritura es un camino de regreso a ti.

  • El oficio de escritor se afirma en cada retorno consciente.

  • Volver a escribir es una forma de volver a casa.


Si quieres inspirarte con una lectura, te sugiero:

Estas páginas albergan una colección de relatos donde lo íntimo, lo simbólico y lo cotidiano se entrelazan con una ternura que invita a mirar hacia dentro. Perfecto para quienes quieren recordar que la escritura no es solo creación, sino también refugio, retorno y afirmación de una identidad profunda.


Ejercicio narrativo

Empieza por aquí:

imagina que tu escritura es una casa. ¿Cómo es ese lugar? ¿Qué hay en sus habitaciones? ¿Qué te espera al volver?

Cómo hacerlo paso a paso:

  1. Describe tu casa de la escritura con todos los sentidos: vista, olor, tacto, sonidos.

  2. Luego, escribe una escena donde un personaje regresa a esa casa tras mucho tiempo.

  3. No expliques por qué se fue. Solo muestra cómo se siente al entrar de nuevo.

  4. Añade un objeto simbólico que lo conecte con su deseo de escribir.

  5. Termina la escena con una frase que resuma su decisión de quedarse.


Volver a escribir como quien regresa a casa es una forma de recuperar tu lugar en el mundo. El oficio de escritor se sostiene cuando eliges regresar una y otra vez al espacio que te pertenece: tu voz, tu historia, tu proceso de escritura. Escribir no es irse, es volver.


Escribir no es solo una habilidad, es un derecho y un camino vital. Afirmarte como escritor implica mucho más que publicar una novela: significa reconocer tu proceso de escritura como legítimo, cuidar tu práctica diaria y construir un oficio de escritor sólido, humano y sostenible. Para avanzar en el arte de escribir necesitas sentirte a salvo, validar tus emociones, respetar tus ritmos y salir del castigo autoimpuesto. Este artículo es una guía para reconectar con tu deseo profundo de escribir, afirmar tu identidad narrativa y sostener tu proceso creativo desde un lugar seguro, libre y consciente. Si estás en el camino de ser escritor o ya lo eres pero sientes que algo se tambalea, recuerda: tu voz tiene un lugar. Y merece escribirse.






 
 
 

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