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  • Foto del escritorJimena Fer Libro

Los 5 errores más comunes en los manuscritos

Actualizado: 19 ene 2023

Identificar los errores más comunes para deshacerse de ellos. Son cinco. Si los conoces, tus manuscritos se verán libres de los pecados más infernales. Por mi pantalla pasan muchos manuscritos. Y a lo largo de mis 17 años de trabajo editorial, he notado algunas coincidencias. Para evitarlas, lo primero es reconocerlas. Conviene deshacerse de estos cinco aspectos a toda costa porque no permiten que la lectura avance. Es imperativo transformar estos errores comunes en aciertos. A continuación te explico cada uno de los 5 errores más comunes en los manuscritos con ejemplos.



Narrar con demasiado detalle

Si hay un tipo de error en los manuscritos que abunda, es este. Es el más común de todos. La falta de precisión y claridad hace que se pierda el interés rápidamente. Narrar cada uno y todos los movimientos, acciones y reacciones de un personaje al detalle sin seleccionar lo que importa para la trama, como si todo lo demás sobrara para la trama.

Decide qué quieres contar. Traza tu cauce principal, es el tronco de tu árbol. ¿Qué tipo de árbol es? ¿Un eucalipto, un baobab o un ciprés? Todo converge hacia ese tronco. Tu ciprés no puede tener ramas de baobab ni de eucalipto ni ramas infinitas. Sus hojas nos dejan ver que es un árbol y no un arbusto. Ojo con los detalles que desvían la atención y no nos permiten identificar el cauce principal ni ver el bosque. No te puedes perder en los detalles. Tus capítulos necesitan un mínimo de 5 páginas y un máximo de 10 páginas, esa es la medida más estándar para empezar con seguridad. Cada capítulo cuenta algo importante, si lo quitas, cambia toda la trama. Si pones demasiados detalles, no nos enteramos de lo que pasa. ¡Y nos perdemos por laberintos que no conducen a ninguna parte! Sin lugar a dudas este es el más llamativo entre los 5 errores más comunes en los manuscritos.


Por ejemplo: Fulgencia se acercó a la puerta, la cerró con cuidado, miró el suelo, pensó que daría un paso, lo dio, se acordó del primer paso que diera a la edad temprana de 14 meses, su memoria siempre la asombraba y se detuvo. Buscó el teléfono y lo encontró. Lo tomó entre sus manos temblorosas y pensó en el número mientras repiqueteaba sobre su superficie con calma. El teléfono era rosa y de un brillante marcado por el tiempo y tantas conversaciones que habían quedado atrapadas. Volvió a mirar el número. Lo marcó despacio y se acercó el teléfono al oído.


Narrar sin los detalles necesarios

Este caso de errores en los manuscritos se ubica en el polo opuesto. Ocurre cuando un autor conoce muy bien su historia y se olvida del lector y acaba por no aportar los detalles necesarios para la cohesión de la trama mientras explica situaciones superfluas, redundantes, que no suman contenido y que se olvidan sin más. Esto también sucede cuando estás contando en lugar de mostrar. Hay una entrada sobre esta cuestión, justo aquí. Lo que sucede es que cuentas que hay un cauce principal, un árbol, pero apenas sabemos que tipo de árbol. Solo sabemos que hay un árbol, nada más.


Por ejemplo: Fulgencia entró en la habitación y se acercó el teléfono al oído.

Aquí la tienes, una amiga de muchos en mis hilos de Twitter. Esta es Fulgencia y aquí nació, he de recordarte que asume diferentes formas, pero siempre con el mismo espíritu. Fulgencia vive en el caos de la vida, siempre cambiante.



Pero Fulgencia en el ejemplo anterior 1 es la de la imagen siguiente con cada floritura de su carruaje y no sabemos ni de dónde viene ni a dónde va.


Falla la continuidad

Es otro de los errores más comunes en los manuscritos. ¿Y qué implica? Pues, se salta de una escena a otra sin más. Las conexiones y transiciones no existen. Es algo muy común. El texto es una enumeración de momentos aislados, se desvinculan del eje principal, el relato no avanza, los lectores se ven obligados a volver atrás para entender. Suele suceder porque se confunde, y mucho, el lenguaje visual de series y películas con el lenguaje narrativo. Aquí el texto se asemeja a un lista de la compra de ideas. Es propio de un autor que lee poco y mucho menos en la lengua en la que escribe, el castellano en nuestro caso. Si en narrativa pasas de un lugar a otro, es imprescindible una transición para guiar a los lectores; si no la hay es un fallo muy grave que dificulta la lectura.


Por ejemplo: Fulgencia entró en la habitación para buscar su teléfono. En la parada de autobús se encontró con su vecina Maripili.



Desvincular el cómo del qué

Este es el tipo de error en los manuscritos que más me chirría y molesta. Al autor le importan más sus ideas que el narrar, es decir: le importa más llamar la atención que ponerse a narrar y cree que desarrollar una trama consiste en contar un montón de cosas. A este autor le importan muchos sus opiniones. Es un autor que solo quiere epatar y gritar. Se olvida de que la narrativa no es el qué, es el cómo. Narrar es darle forma a una historia. No entretienes contando muchas cosas que pasan, entretienes emocionando y creando personajes empáticos.


Por ejemplo: Fulgencia buscaba el teléfono porque la verdad es el único elemento vital que importa. Su verdad. La verdad. La verdad es la justicia, la coincidencia de la los hechos y la realidad, cuando la realidad cambia y atenaza y más allá de todo brilla lo que nadie puede negar. A Fulgencia le dio hipo. No podía respirar y se desmayó. Su vecina Maripili la encontró de casualidad y llamó una ambulancia. Ahora Fulgencia está en coma. Nadie conocerá su verdad. Maripili la visita y para quitarse la ansiedad se come pasteles de chocolate, uno de tras otro.


Doble y triple adjetivación

Es la estrella de los errores en los manuscritos. No se trata de una cuestión narrativa, estrictamente hablando. Pero influye mucho en elementos narrativos como el ritmo, el tono, el estilo y la fluidez. Los adjetivos son la gran trampa. Colocar uno después del otro para la misma idea creyendo que la reiteración aporta algo diferente al aburrimiento mortal es un error mortal. Con un único adjetivo es más que suficiente. No ahogues. Puede que no te pase exactamente lo mismo, pero es muy probable que encuentres este tipo de errores en tu manuscrito, sobre todo si eres novel. Si te pasa, recuerda que un texto limpio y claro es lo que siempre se busca. La limpieza en el lenguaje es tan fundamental como la limpieza en la narrativa.


Por ejemplo: Fulgencia, nerviosa e inquieta, fue a la habitación a buscar el teléfono. Lo encontró temblorosa, indecisa, insegura. Y lo tomó entre sus manos sudorosas sin atreverse a marcar los números.



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